Está bien, los sueños son maneras diferentes de encontrarnos con el mundo y con nosotros mismos. Sin embargo, de nada sirve trepar muros cuando no despercudimos nuestros huesos de ladrillos. La imaginación delirante -es decir, la primigenia y verdadera- aparece no solamente con ciertas drogas y alcoholes, sino que también es posible obtenerla con una visión idiotizada de la realidad, una suerte de babeo mental que nos permita encontrar las pistas lógicas detrás de cada objeto. Solamente la mirada del idiota logra eso. Seamos idiotas a veces, idiotas caminando por ahí babeando preguntas que se responden solas de un modo magnífico.
En resumen: hay sueños y sueños, y nosotros y nosotros, y muros y muros. Tengamos cuidado.
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