jueves, 15 de mayo de 2008

Paseando por Lima (II)

El ángel de la decadencia está frente a mí. Aquel viejo hombre luce cansado de todo, así delgado y con la mirada extraviada. El frío viento que entra por su ventana juega con él. Lo despeina y hace bailar a su pobre camisa sucia y gastada.
Dentro de este carro todos somos anónimos. Ese hombre está todo hecho una bandera de la pena.
El carro voltea bruscamente y entra a una avenida más grande. La luz del atardecer atraviesa con violencia el pasillo y pasa entre los asientos. Algo cambia.
Busco al ángel de la decadencia. Ya no lo encuentro. En su lugar hay solamente un anciano que maldice al viento y lucha por cerrar la ventana.

Del Cuaderno de las postales pasajeras