domingo, 28 de junio de 2009
Rechazar la realidad... (De Sebastián Salazar Bondy)
...Rechazar la realidad puede significar no quererla ver, apartarse de ella, encaramarse en una torre distante, o luchar por el contrario en tierra, con los pocos medios que se cuenta, contra lo que anda defectuosamente, contra lo que hace daño, contra el yerro consagrado. El evasivo -exquisito o maldiciente- tiene su drama y, por más que quiera disimularlo, lo lleva consigo como un estigma, impreso en el rostro, en el alma y la conducta. Él niega, pero se encoge de hombros. "Aquí no hay nada que hacer", dice y repite, con el fin, es evidente, de eximirse de las responsabilidades que en la intimidad sin pausan lo corroen. Entre la afirmación y el rechazo, semeja una aguja magnética inquieta, móvil, jamás detenida en un polo o en el otro, en el sí o en el no. En tanto, el que asume su deber, el que se propone luchar en el terreno vocacional y profesional por la destrucción del sistema reinante y, en consecuencia, por el progreso de la comunidad, confronta una tragedia que, paradójicamente, podemos llamar feliz. Tiene sentido, sabe dónde va, y su conciencia le dice que cada paso que da, por insignificante que sea, es una conquista. Esfuerzo tras esfuerzo -lo que vale decir éxito tras éxito y derrota tras derrota- fractura el mundo del error. Por la pequeña fisura que él abra, pasaren [sic] los que, detrás, vienen. Es éste el verdadero creador.
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