A lo largo de días y semanas uno se devana inútilmente los sesos, no sabría, si se le preguntara por ello, si se sigue escribiendo por costumbre, o por afán de prestigio, o porque no se ha aprendido otra cosa, o por asombro ante la vida, por amor a la verdad, por desesperación o indignación, así como tampoco sería capaz de decir si mediante la escritura uno se vuelve más inteligente o más loco. Tal vez cada uno de nosotros pierda la perspectiva en la medida en que sigue construyendo su propia obra, y tal vez por este motivo tendemos a confundir la complejidad creciente de nuestras construcciones espirituales con un paso adelante en el conocimiento, mientras que, al mismo tiempo, ya intuimos que nunca vamos a poder comprender los imprevistos que ciertamente determinan nuestra carrera.
En: Los anillos de Saturno
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