viernes, 13 de agosto de 2010

Noticias de los colaboradores (René Llatas Trejo)

Como lo dijimos en una ocasión anterior, queremos retribuir el apoyo dado por nuestros colaboradores dando a conocer sus nuevas actividades y difundiendo sus proyectos presentes. En esta oportunidad, un adelanto de la novela Aftersun de René Llatas Trejo, colaborador de la edición -8, con el artículo "Henry Miller y el marco de la ficción". Además, darles a conocer que se halla en preventa, a sólo 15 soles.

***


La costumbre y su mayor virtud. La desintegración de la desdicha, una nueva cadena de emociones por la ciudad, un nuevo descubrimiento, un pequeño exilio imaginario, un rompecabezas en el ajedrez menos competente del sentimiento. La obstinación de ver un amanecer indistinto; contemplar que los objetos se transformen y vuelvan a ser los mismos. Pero nada ha ocurrido. Todo en menor proporción se ha diluido y fermentado como el orín de una loba. Es preciso que abra las ventanas y salgan las cosas que Clea no se ha podido llevar.


Carta de Trinidad:

«Son las cuatro: invierno con sol. Me gustaría estar narcotizada. Imagino una habitación oscura y nebulosa, un poco fría, y de fondo el sonido de una guitarra. Me gustaría estar mirando el techo sin mirar, mientras expiro bocanadas de humo. Me gustaría correr hasta la playa y sentarme al borde del muelle, con un helado de pecana. ¿Y tú, Stendhal?»


Su nombre vuela, se traba en mis manos como una cometa, y cae en una página en blanco. Su nombre es el nombre de la mujer que quiero. Su voz cuelga en mí. Aún si es un mal es un bien, el derecho que toda alma tiene al despertar. La vanidad es feroz. Leo una cuartilla sin la necesidad de ser otro.


Carta de Trinidad:

«No lo sé, es irónico y cómico a la vez. Si no tuviera a Clea dentro es obvio que no me hubiera casado. Soy un desastre, y eso me da pena. Estoy decepcionada de mí, y de verdad es triste y me frustra. A diferencia de ti, yo extraño estar sola, sola, sola. Es absurdo pero me extraño. Extraño a quien yo era, y ahora siento que Clea está dormida por mi culpa, porque cada instante la lleno de somníferos. Es terrible, es como si estuviera parada en un barranco y no me pudiera lanzar. Tengo miedo de no encontrarme, de no recuperarme, Stendhal.»

***

La Universidad. Personas que caminan, transitan, conversan. Es un día moderno, no hay sombras. Hay una especie de plataforma y sobre cada esquina un bloque de cemento. Solo uno se diferencia por su tamaño distinto al del resto. En este me apoyo. Estoy esperando a Clea. Miro alrededor. En cuestión de minutos aparecerá. Yo la miro, y Clea también. Camina lentamente y espera que levante el rostro para mirarme como ella sabe. Me levanto, camino y no dejo de mirarla.


Una sala vacía, techo alto y piso de madera. Clea y yo estamos sentados. Nos abrazamos, acariciamos nuestras manos, pensativos. Apoyo mi mano en su mejilla y le beso el cuello. Clea hace un pequeño movimiento para alejarse, pero la aprisiono.

—Me observabas de todos lados. Yo sabía que estabas allí, al frente, al costado, arriba, abajo. Inmediatamente me di cuenta de que si no te veía me sentía sola. Echaba de menos tu mirada.

Clea sonríe.

—Sabía que no te gustaba.

—No he dicho eso.

—Ahora es un puñal que no para.

Clea sonríe.

—Será el destino acaso.

—Seremos nosotros dos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

esta bueno el adelanto... que salga de una vez... de hecho tengo que leerla